How to Make Your Smile Magically Different
En 1936, uno de los seis mandamientos de Dale Carnegie en Cómo ganar amigos e influir sobre las personas fue: ¡SONRÍE!
Table of contents
Sonrie
Uno de los seis mandamientos de Dale Carnegie en Cómo ganar amigos e influir sobre las personas fue: ¡SONRÍE!. Su edicto ha sido repetido década tras década por prácticamente todos los gurús de la comunicación que han escrito un libro o tomado un micrófono.
Sin embargo, al llegar el nuevo milenio, es hora de reexaminar el papel de la sonrisa en las relaciones humanas de alto nivel. Si miras más a fondo el dictum de Dale, descubrirás que esa sonrisa rápida de 1936 no siempre funciona hoy. Especialmente ahora.
La sonrisa instantánea y forzada ya no tiene peso con la gente sofisticada de hoy. Mira a líderes mundiales, negociadores y gigantes corporativos: no verás entre ellos aduladores con sonrisas pegadas. Los grandes jugadores, en todos los ámbitos de la vida, enriquecen su sonrisa de manera que, cuando finalmente aparece, tenga más potencia… y el mundo sonría con ellos.
Los investigadores han catalogado docenas de tipos de sonrisas.
Van desde la sonrisa tensa del mentiroso atrapado, hasta la sonrisa suave y tierna de un bebé divertido.
Algunas son cálidas, otras frías.
Hay sonrisas reales y sonrisas falsas. (Has visto muchas de esas, en los rostros de amigos que dicen estar “encantados de que vinieras”, o de candidatos presidenciales en campaña que dicen estar “felices de estar en, eh… eh…”).
Los grandes triunfadores saben que su sonrisa es una de sus armas más poderosas, por eso la han afinado para lograr el máximo impacto.
Cómo afinar tu sonrisa
El año pasado, mi vieja amiga de la universidad, Missy, tomó el control de la empresa familiar: una compañía del medio oeste que suministraba cajas de cartón corrugado a fabricantes.
Un día me llamó diciendo que venía a Nueva York a cortejar nuevos clientes, y me invitó a cenar con varios de sus prospectos. Esperaba con ansias volver a ver la sonrisa chispeante de mi amiga y escuchar su risa contagiosa. Missy siempre había sido una risueña incurable, y eso era parte de su encanto.
Cuando su papá falleció el año pasado y ella me contó que asumiría la dirección de la compañía, pensé: “El carácter alegre de Missy quizá sea demasiado ligero para ser CEO en un negocio tan rudo”. Pero, bueno, ¿qué sé yo del mundo de las cajas corrugadas?
Esa noche nos reunimos con tres de sus clientes potenciales en el lounge de un restaurante de Manhattan. Mientras los conducíamos al comedor, Missy me susurró: —Por favor, esta noche llámame Melissa.
“Claro” —le respondí con una guiñada—. “¡No hay muchas presidentas de compañía a las que les digan Missy!”.
Poco después de que el maître nos acomodó, comencé a notar que Melissa era una mujer muy distinta a la chica risueña que yo había conocido en la universidad. Seguía siendo encantadora y sonreía igual que antes. Pero había algo diferente. No lograba precisar qué.
Aunque aún era efusiva, tenía la clara impresión de que todo lo que decía sonaba más agudo, más sincero. Respondía con calidez genuina a sus prospectos, y podía notar que ellos también la apreciaban. Me emocionó porque mi amiga estaba logrando un gran impacto esa noche. Al final de la velada, Melissa había ganado tres nuevos clientes importantes.
Después, ya solas en el taxi, le dije:
— Missy, realmente has crecido desde que tomaste la compañía. Tu personalidad tiene ahora un filo corporativo, elegante, muy interesante.
— No, solo hay una cosa que ha cambiado —me contestó.
— ¿Cuál?
— Mi sonrisa.
— ¿Tu qué? —pregunté incrédula.
— Mi sonrisa —repitió.
Y con una mirada distante agregó—: Cuando papá enfermó y supo que pronto yo tendría que dirigir el negocio, me sentó y tuvimos una conversación que me cambió la vida. Nunca olvidaré sus palabras.
Papá me dijo: Missy, cariño, ¿recuerdas aquella vieja canción que decía “Te amo, pero tus pies son demasiado grandes”? Bueno, si quieres triunfar en el negocio de las cajas, permíteme cambiarle la letra: “Te amo, cariño, pero tu sonrisa es demasiado rápida”
Después sacó un viejo recorte de periódico con un estudio que había guardado para mostrármelo en el momento oportuno. El artículo hablaba de mujeres en los negocios. El estudio mostraba que las mujeres que tardaban más en sonreír eran percibidas como más creíbles en la vida corporativa.
Mientras Missy hablaba, pensé en mujeres históricas como Margaret Thatcher, Indira Gandhi, Golda Meir, Madeleine Albright… ninguna fue conocida por sonreír rápidamente.
Missy continuó: “El estudio decía que una gran sonrisa es un activo, pero solo cuando aparece un poco más despacio, porque entonces transmite mayor credibilidad”.
Desde ese momento, Missy explicó, seguía sonriendo ampliamente a clientes y colegas. Pero entrenó a sus labios para que su sonrisa se desplegara más lentamente. Así, su sonrisa parecía más sincera y personalizada para cada persona.
¡Y ése era el secreto! 🚀
La sonrisa más pausada le dio a su personalidad una riqueza más profunda, más auténtica. Aunque la diferencia fuera de menos de un segundo, los receptores de su hermosa sonrisa sentían que era especial, solo para ellos.
Decidí investigar más sobre la sonrisa. Cuando buscas zapatos, miras los pies de todos. Cuando cambias de peinado, observas los cortes de los demás. Bueno, durante meses me convertí en observadora profesional de sonrisas.
Vi sonrisas en la calle, en televisión, en políticos, clérigos, ejecutivos y líderes mundiales. ¿Mi hallazgo? En medio del mar de dientes relucientes, descubrí que las personas percibidas como más creíbles y con mayor integridad eran aquellas cuya sonrisa tardaba apenas un poco más en aparecer.
Y cuando lo hacía, su sonrisa parecía inundar cada rincón de su rostro y envolverlos como una ola lenta.
Por eso llamo a esta técnica: La Sonrisa Inundante:
Técnica #1
La Sonrisa Inundante
No muestres una sonrisa inmediata cuando saludas a alguien, como si cualquier persona que entrara en tu campo de visión fuera la beneficiaria. En cambio:
- Observa el rostro de la otra persona durante un segundo
- Haz una pausa
- Empápate de su presencia.
Entonces deja que una gran y cálida sonrisa se inunde en tu rostro y desborde hasta tus ojos. Esa sonrisa envolverá al receptor como una ola cálida. Ese pequeño retraso de un instante convencerá a la gente de que tu sonrisa es genuina y exclusivamente para ellos.
Ahora viajemos unos centímetros hacia el norte, hasta dos de las herramientas de comunicación más poderosas que posees: tus ojos.
Category: Uncategorized
Tags: smile